domingo, 9 de noviembre de 2014

El odio nos sostiene, nos acoraza en su furia, ¿pero el amor? El amor no nos concede nada, es el sentimiento con menos derechos del universo.



Después del día de fiesta.
Esperaba que no hubiese amado a nadie como a mi. Y se lo pregunté; no supo contestarme. Una sonrisa casi hipócrita cruzó por su cara, se borró enseguida, pero esa sombra permaneció en mi para el resto de mis días. Giacomo, Giacomo, me precipité al vacío ¿Éste era el amor que sentía por mi? ¡Qué tristeza, Giacomuccio! No solamente el orgullo herido, ese más allá que es el amor no estaba en su rostro, no figuraba en sus sentimientos. Me he quedado con su imagen indeleblemente esculpida en mi corazón, y con el dolor cruel de no haberle inspirado ese amor que yo sentía por él, ardiente, furioso. Si lo hubiese amado menos, hubiese aceptado esa pasión tibia que desmiente la naturaleza de la pasión y que a tantas criaturas conforma. Pero lo amaba tanto que no pude. Me arrepiento. La felicidad es una animal tímido que se asoma rara vez de su cueva. Si hacemos un gesto desmañado, se asusta y huye. Así, por no querer apresarla como a un animal tímido, huyó la mía para siempre.

Griselda Gambaro.