domingo, 9 de noviembre de 2014

El odio nos sostiene, nos acoraza en su furia, ¿pero el amor? El amor no nos concede nada, es el sentimiento con menos derechos del universo.



Después del día de fiesta.
Esperaba que no hubiese amado a nadie como a mi. Y se lo pregunté; no supo contestarme. Una sonrisa casi hipócrita cruzó por su cara, se borró enseguida, pero esa sombra permaneció en mi para el resto de mis días. Giacomo, Giacomo, me precipité al vacío ¿Éste era el amor que sentía por mi? ¡Qué tristeza, Giacomuccio! No solamente el orgullo herido, ese más allá que es el amor no estaba en su rostro, no figuraba en sus sentimientos. Me he quedado con su imagen indeleblemente esculpida en mi corazón, y con el dolor cruel de no haberle inspirado ese amor que yo sentía por él, ardiente, furioso. Si lo hubiese amado menos, hubiese aceptado esa pasión tibia que desmiente la naturaleza de la pasión y que a tantas criaturas conforma. Pero lo amaba tanto que no pude. Me arrepiento. La felicidad es una animal tímido que se asoma rara vez de su cueva. Si hacemos un gesto desmañado, se asusta y huye. Así, por no querer apresarla como a un animal tímido, huyó la mía para siempre.

Griselda Gambaro.

sábado, 26 de julio de 2014

Que todas las noches sean noches de boda.

El accionista mayoritario.
Katerina se ríe.
-No estamos hablando de boda, mamá, sólo de vivir juntos.
Se produce un silencio triple. Yo ya lo había entendido a medias, pero a Adrianí, que estaba en Babia, la pilla desprevenida. Katerina no dice nada, nos da unos minutos para que lo encajemos.
-Si habéis decidido vivir juntos ¿Por qué no pasáis por la vicaria, como Dios manda?
-Porque no sabemos si nos llevaremos bien. Quizás nos equivoquemos.
Adrianí me incita con la mirada a intervenir como padre, pero mi impotencia es absoluta. Me viene a la cabeza que, desde la segunda vez que salí con Adrianí, me torturaba el miedo a perderla. Lo mismo le pasaba a ella. Entonces, al cabo de tres meses, nuestros padres nos dieron su bendición y ya se me permitió salir con ella cogida del brazo. ¿Cómo puedo explicarle la diferencia entre aquellos tiempos, cuando nos daba miedo que el otro nos plantase, y ahora, en que uno teme que el otro no lo deje nunca?
Petros Markaris

domingo, 6 de julio de 2014

Quédate, quédate luna.

 So we´ll go no more a-roving
So late into the night,
Though the heart be still as loving,
And the moon be still as bright.
....
For the sword outwears its sheath,
And the soul wears out the brast,
And the hearth must pause to breathe,
And love itself have rest.
.....
Though the night was made for loving,
And the days return too soon,
Yet we'll go no more a roving
By the light of the moon.

 
Así que nunca mas pasearemos
tan tarde en la noche
aunque el corazón siga amando
y aunque siga brillando la luna
....
Pues la espada gasta su vaina,
Y el alma gasta el pecho,
Y el corazón debe detenerse a tomar aliento,
Y el amor mismo debe descansar.
....
Aunque la noche fue hecha para amar,
Y el dia vuelve demasiado pronto,
Nunca mas pasearemos
A la luz de la luna.
 
So we´ll go no more a-roving. George Gordon Byron.

lunes, 12 de mayo de 2014

Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan.



 
Del amor y otros demonios.
Delaura era consiente de su torpeza para entenderse con las mujeres. Le parecían dotadas de un uso de la razón intransferible para navegar sin tropiezos por entre los azares de la realidad. La sola idea del encuentro, aun con una criatura indefensa como Sierva María, le helaba el sudor en las manos.
Gabriel García Márquez.

miércoles, 26 de febrero de 2014

"Te hubiera dado más de lo que me robas" le dije al norte cuando me fui pa´l sur.


La tregua.
Jueves 21 de febrero
Esta tarde, cuando venía de la oficina, un borracho me detuvo en la calle. No protestó contra el gobierno, ni dijo que él y yo éramos hermanos, ni tocó ninguno de los innumerables temas de la beodez universal. Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y me dijo, casi apoyándose en mí: “¿Sabés lo que te pasa? Que no vas a ninguna parte”. Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guiño de solidaridad. Pero ya hace cuatro horas que estoy intranquilo, como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiese enterado.
 Mario Benedetti

sábado, 1 de febrero de 2014

Y, al despertar, te voy a contar cositas al oído.

Las ciudades invisibles.
El Gran Kan posee un atlas donde todas las ciudades del imperio y de los reinos circunvecinos están dibujadas palacio por palacio y calle por calle, con los muros, los ríos, los puentes, los puertos, las escolleras. Sabe que de los informes de Marco Polo es inútil esperar noticias de aquellos lugares que por lo demás conoce bien: cómo en Cambaluc, capital de la China, hay tres ciudades cuadradas, una dentro de la otra, con cuatro templos cada una y cuatro puertas que se abren según las estaciones; cómo en la isla de Java se enfurece el rinoceronte hace estragos cargando con su cuerno asesino; cómo se pescan las perlas en el fondo del mar, en las costas de Malabar.
Kublai pregunta a Marco:
—Cuando regreses al Poniente, ¿repetirás a tu gente los mismos relatos que me haces a mí?
—Yo hablo, hablo —dice Marco— pero el que me escucha retiene sólo las palabras que espera. Una es la descripción del mundo a la que prestas oídos benévolos, otra la que dará la vuelta de los corrillos de descargadores y gondoleros en los muelles de mi casa el día de mi regreso, otra la que podría dictar a avanzada edad, si cayera prisionero de piratas genoveses y me pusieran al cepo en la misma celda junto con un escritor de novelas de aventuras. Lo que comanda el relato no es la voz: es el oído.
Italo Calvino. 

miércoles, 15 de enero de 2014

Tengo el alma pegada al paladar temblando de terror.

Preguntas
Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quien eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.

Juan Gelman