sábado, 26 de julio de 2014

Que todas las noches sean noches de boda.

El accionista mayoritario.
Katerina se ríe.
-No estamos hablando de boda, mamá, sólo de vivir juntos.
Se produce un silencio triple. Yo ya lo había entendido a medias, pero a Adrianí, que estaba en Babia, la pilla desprevenida. Katerina no dice nada, nos da unos minutos para que lo encajemos.
-Si habéis decidido vivir juntos ¿Por qué no pasáis por la vicaria, como Dios manda?
-Porque no sabemos si nos llevaremos bien. Quizás nos equivoquemos.
Adrianí me incita con la mirada a intervenir como padre, pero mi impotencia es absoluta. Me viene a la cabeza que, desde la segunda vez que salí con Adrianí, me torturaba el miedo a perderla. Lo mismo le pasaba a ella. Entonces, al cabo de tres meses, nuestros padres nos dieron su bendición y ya se me permitió salir con ella cogida del brazo. ¿Cómo puedo explicarle la diferencia entre aquellos tiempos, cuando nos daba miedo que el otro nos plantase, y ahora, en que uno teme que el otro no lo deje nunca?
Petros Markaris

No hay comentarios: