miércoles, 21 de septiembre de 2016

Será que te ha cogido miedo de saber que estás mas loca... que yo, que necesito ver amanecer cuando no toca.



La ley de la locura.
Diálogos entre sobrevivientes del manicomio y la ley 26.657

Los trabajadores de la salud mental que brindan servicios fuera de los manicomios deberían creer en los delirios, ser creyentes en vez de testigos, creer en las alucinaciones. Si un loco va y le dice “Me está persiguiendo la CIA” en vez de preguntarle “¿Y por qué usted cree eso?”, hay que acompañarlo a la comisaria a hacer la denuncia. Deberían empezar a creer en sus pacientes y que no nos miren como pacientes sino que nos den un servicio y que ese servicio pueda cambiar, y que de repente un día propongan ir a hacer la consulta a la plaza, que cambien, que se animen a cambiar, que aprendan de las alucinaciones, y que dejen de privilegiase. Porque siempre se privilegiar con la locura y con el dolor de los locos, siempre generan estatus social.
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Considerando la ley de salud mental yo creo que las personas que trabajan en los manicomios deberían recuperar el hospital, y en vez de seguir trabajando para el manicomio, echar a las autoridades, transformar todo y que se transforme en un hospital recuperado. Así como está la experiencia de las fabricas recuperadas, debería empezar la experiencia de los hospitales recuperados. Cuando pase eso los trabajadores del manicomio, van a estar la servicio de los locos y de la salud mental, y no al servicio de la enfermedad como están ahora. Son todos cómplices de la tortura. Son artífices de la dictadura de la cordura. Lo lamento mucho si alguien se siente ofendido, pero si se ofende, le recomiendo que haga la experiencia del manicomio, bien completa con drogas, celda de aislamiento, y después vea que se siente.

Alan Robinson.

domingo, 18 de septiembre de 2016

¿No sabes que, sin ti, mi corazón es un desierto? Cuando te maten yo moriré cien muertes por la tuya.

Costa Ardiente
Cierto atardecer, ella y Centaine se quedaron atrás, pues O'wa se había adelantado en busca de un sitio donde recordaba que los avestruces solían depositar sus huevos. Las dos discutían amistosamente.
—¡No, no, Niña Nam! ¡No debes sacar dos raíces del mismo lugar! Siempre debes dejar una antes de excavar otra vez. ¡Ya te lo he dicho! —la regañó la anciana.
—¿Por qué? —preguntó Centaine, incorporándose; al apartarse los gruesos rizos de la frente, dejó un manchón sudoroso de barro en la piel.
—Porque debes dejar una para los niños.
—Vieja tonta. No hay niños.
—Ya los habrá. —H’ani señaló significativamente el vientre de la muchacha—. Ya los habrá. Y si no les dejamos nada, ¿qué dirán de nosotros cuando pasen hambre?
—¡Pero hay tantas plantas! — protestó la joven, exasperada.
—Cuando O'wa encuentre el nido de avestruz, dejará algunos huevos. Cuando tú encuentres dos raíces, dejarás una. Así tu hijo crecerá fuerte y sonreirá al repetir tu nombre a sus hijos.

Wilbur Smith.

martes, 14 de junio de 2016

Que nunca llevo el corazón encima, por si me lo quitan II

Martes 30 de julio

A mí me cuesta ser cariñoso, inclusive en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservando el máximo sólo para las grandes ocasiones. De modo que si siempre estuviera expresando el máximo ¿qué dejaría para esos momentos (siempre hay cuatro o cinco en cada vida, en cada individuo) en que uno debe apelar el corazón en pleno? También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano.

Mario Benedetti - La Tregua.

sábado, 2 de abril de 2016

La ausencia.



V
Que no sea el
silencio quien
llene mi espacio
vacío.

sábado, 12 de marzo de 2016

Cuando labios sin ánima quieran quererte al contado liquida la tienda.


III
Si el eco del silencio
me responde que no.
Si las rosas se
marchitan en los
floreros vacíos.
Si no vuelvo a encontrar
la imagen de un poema
¿quien va a sentir el
perfume de mi cuerpo?
Solo la noche vendrá
a abrazarme con su
hálito de tempano.
Ya no habrá agua
que pueda lavar
mis pecados cuando
venga el fin del tiempo.

martes, 9 de febrero de 2016

Esta boca es mía.


Advertencia y preaviso

Todos los días son últimos días.
Días tras día mueres, te arrebatan
un pedazo de diente,
se abre un surco en tu piel,
cesa un amigo
en su función de espejo,
de espejismo,
de bastón
o de bálsamo.
Siempre, todos los días son el último día.
Todos los días pierdes
alguna cosa que quisiste mucho:
un reloj, un paraguas, un anillo, una fotografía
de hace mucho tiempo,
un garabato viejo,
alguna lentejuela
del antiguo, fulgente disfraz de la esperanza
fugitiva
como todo horizonte.
Todos los días vamos despidiéndonos.
Todos los días debes prepararte
para decir adiós.
Todos los días debes prepararte
para escuchar un “basta”.
Todos los días
son el único, el último,
el ultísimo día de tus días.
Y sin embargo insistes todavía,
Y
sin embargo
insistes
pese a
todo
en
no
querer
ser.
TU.
Juan José Sena Weill

martes, 2 de febrero de 2016

Desde que te perdí.


He dejado a los hombres

He dejado a los hombres.
Y con ellos dejé su amor,
su olor, su pelo.

Con los hombres dejé sus aires de eruditos.
Dejé sus serias reflexiones
como respuesta a mis juegos.

Puse a un lado sus neurosis,
sus machos alfa demandantes,
o, por el contrario, sus “no puedo”.

Me libré, junto con ellos,
de las noches de insomnio
y del amor mendigado
por un suspiro de sus besos.