La ley de la locura.
Diálogos entre
sobrevivientes del manicomio y la ley 26.657
Los trabajadores de
la salud mental que brindan servicios fuera de los manicomios
deberían creer en los delirios, ser creyentes en vez de testigos,
creer en las alucinaciones. Si un loco va y le dice “Me está
persiguiendo la CIA” en vez de preguntarle “¿Y por qué usted
cree eso?”, hay que acompañarlo a la comisaria a hacer la
denuncia. Deberían empezar a creer en sus pacientes y que no nos
miren como pacientes sino que nos den un servicio y que ese servicio
pueda cambiar, y que de repente un día propongan ir a hacer la
consulta a la plaza, que cambien, que se animen a cambiar, que
aprendan de las alucinaciones, y que dejen de privilegiase. Porque
siempre se privilegiar con la locura y con el dolor de los locos,
siempre generan estatus social.
[…]
Considerando la ley
de salud mental yo creo que las personas que trabajan en los
manicomios deberían recuperar el hospital, y en vez de seguir
trabajando para el manicomio, echar a las autoridades, transformar
todo y que se transforme en un hospital recuperado. Así como está
la experiencia de las fabricas recuperadas, debería empezar la
experiencia de los hospitales recuperados. Cuando pase eso los
trabajadores del manicomio, van a estar la servicio de los locos y de
la salud mental, y no al servicio de la enfermedad como están ahora.
Son todos cómplices de la tortura. Son artífices de la dictadura de
la cordura. Lo lamento mucho si alguien se siente ofendido, pero si
se ofende, le recomiendo que haga la experiencia del manicomio, bien
completa con drogas, celda de aislamiento, y después vea que se
siente.
Alan Robinson.
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