He
dejado a los hombres
He
dejado a los hombres.
Y
con ellos dejé su amor,
su
olor, su pelo.
Con
los hombres dejé sus aires de eruditos.
Dejé
sus serias reflexiones
como
respuesta a mis juegos.
Puse
a un lado sus neurosis,
sus
machos alfa demandantes,
o,
por el contrario, sus “no puedo”.
Me
libré, junto con ellos,
de
las noches de insomnio
y
del amor mendigado
por
un suspiro de sus besos.
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