Eso
La pared del calabozo viene una mancha
ahí, debajo de la mirada del hombre que mira. Todo el mundo mira esa
mancha cuando mira la pared y hace muchísimas miradas que la mancha
existe. Casi se podría decir que existió antes que la pared,
distribuida en quién sabe cuántos elementos que se conjugaron un
día para dar lugar a es mancha atrapadora de miradas, como la mirada
de ese hombre tirado en la cucheta que está colocando sobre ella los
lentos pensamientos, las sensaciones, la suma de esperanzas y los
cansancios.
Alrededor de esa mancha está la cárcel
que en los días grises en medio de la niebla de la mañana, se alza
en el desierto como uno de esos templos erigidos por los hombre en la
llanura, pero después cuando la niebla se retira, la pretenciosa
fealdad del edificio se asemeja más al excremento de un gigante
abandonado seco sobre el pasto.
Dalmiro Saenz
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