martes, 30 de abril de 2013

Cuando me hablan del destino cambio de conversación.



El último encuentro. 
──Porque en la vida de un hombre no solo ocurren las cosas [...] Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye, lo invoca, no deja escapar lo que le tiene que ocurrir. Así es el hombre. Obra así incluso sabiendo o sintiendo desde el principio, desde el primer instante, que lo que hace es algo fatal. Es como si se mantuviera unido a su destino, como si se llamaran y se crearan mutuamente. No es verdad que la fatalidad llegue ciega a nuestra vida, no. La fatalidad entra por la puerta que nosotros mismos le hemos abierto, invitándola a pasar. No existe ningún ser humano lo suficientemente fuerte e inteligente para evitar mediante palabras o acciones el destino fatal que le deparan las leyes inevitable de su propia naturaleza y carácter. 
Sándor Márai

2 comentarios:

Jorge Curinao dijo...

Todo entra en el miedo, hasta el amor propio.

Angel Terrible dijo...

Estuve mirando tu blog, me hizo acordar a un personaje de Kundera que busca desesperadamente entre las fotografías familiares porque no puede recordar las manos de uno de sus muertos.