sábado, 27 de noviembre de 2010

El desmitidicador argentino

El deseo, propiedad intelectual exclusivamente humana, es una mano que la mente proyecta desde la cabeza y extiende a través del espacio hacia el objeto deseado con la intención de alcanzarlo y hacerlo propio. Cuanto mas fuerte es el deseo mas se materializa su cumplimiento, pero normalmente, debatiéndose en el implacable océano del desaliento, en la atmósfera yerta del desencanto, el fantasma espiritual de esa mano psicofísica no alcanza a aparecer o queda hecha un muñón a mitad de camino, manca, incumplida, sin agarrar lo que desea. Entonces, como informes vendajes en la memoria, como desprolijos esparadrapos que hace el olvido, quedan para siempre los deseos no cumplidos. 

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